jueves, 24 de noviembre de 2011

Se nos van las bonitas, las misteriosas, sorprendentes y divertidas intrigas para conquistar. Los capitanes de barco con el gorro de papel, los grandes personajes. Nos va quedando lo cotidiano. El qué haces. El cómo está tu madre. El si está lloviendo o el qué has comido hoy.

Lo cotidiano no es el torrente sigiloso de lo desconocido, no es abrir el sobre de estampitas de la Liga 90/91 para saber si saldrá el cromo que te falta. Pero es que eso, la sorpresa, los fuegos artificiales, el hombre orquesta y la supermodelo de revista; eso no es amar.

Amar es quita los pies de la mesa, que te lo he dicho mil veces. Es donde andas que he llegao a casa y no te he visto y me he preocupao. Es que te he comprado el jengibre porque te gusta o mira que te tengo dicho que la lila sólo se riega una vez por semana.

Para amarse, hay que caerse no del todo bien. Y gastarse un dineral en cromos.

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