lunes, 22 de diciembre de 2008

Lupanar

Ahora que estoy a punto de olvidarme de ti
de ver que fuiste el sueño de la segunda piel
piel mural de verbo, de un tiempo subjuntivo
tú, gesto delictivo
tú, minúscula y plural

Antes de seguir mi dirección,
Quisiera asomarme una vez más
al tacto terciopelo en tu mirar furtivo
al vodka de tus ojos suavizar mi voz
al templo de tu piel de paladar salino
ah tallada con cincel
Porque pude volver y recordé el camino

Ahora que dibujo el contorno de tus formas
que te besé las manos y te besé los pies
y me besaste el alma y me dejé querer
Ahora que lo recuerdo,
por última vez.

Antes del viaje para acercarme a ti
puse peaje y te digo
que lo volveré a poner
y te sacaré del olvido
Y te podré querer

Siempre. Compré tus besos, y me pagué contigo
Siempre poseeré tus piernas, y rodearé tu ombligo
Siempre por última vez.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Y el porquero

Y su porquero...

Es el día en que los hombres siguen un camino hacia un lugar que debe estar en el sur, o al menos en el mar. Tiran de sogas de un grosor exagerado, que ciñen y las pliegan en su hombro. Están soltando amarras. Las mujeres les despiden. Llevan los vestidos más ceñidos y las aguas de colonia. Los hombres que se van. Incluso algunos niños lloran.

El barril. Juan les mira desde su barril. Es tan hombre como los hombres o al menos eso dice. Porque sólo es capaz de mirar y sonreir. Una risa cobarde que nada inspira. Él, que era hombre, que fuera hombre, desde su barril, ve marchar a quienes le dejan a las mujeres y le dejan la gloria.

Demasiado triste, demasiado pobre, lo que Mairena tiene por gloria. Una suerte de asco, una suerte de pena, de la pena del payaso que gira en su lavadora. De la pena que huele a mierda o peor, de la mierda que no huele a nada. Juan no huele a nada y los hombres se van. Volverán algún día y serán hombres.

Muera Juan en el barril. Allá se van los hombres