Entiendo que todos los maestros y
profesores de primaria, secundaria y educación especial tengan una queja amarga
con los cambios (los recortes) de los salarios y los recursos destinados a la
educación pública. No sé quién puede pensar en que desabastecer la educación
básica puede ser un ahorro en ningún sentido. Hay una frase de Derek Bok que me produce algo
de gracia y mucho de emoción: “si el
conocimiento les parece caro, prueben con la ignorancia”, que lo tiene
absolutamente todo de cierto. Si el coste de formar ciudadanos es elevado,
¿cuál es el coste de no formarlos? Para empezar, peores líderes políticos, a
quienes se les exige menos, se les cree más y se les perdona casi todo. Cuando
los ciudadanos no saben por qué eligen a sus gobernantes, ni saben los errores
que se cometieron en el pasado es mucho más fácil que aquellos errores se
repitan. Y que se cometan otros nuevos y más absurdos.
Cuando no hay ciudadanos formados, todas
las instituciones tienen peor calidad. La justicia, la administración, los
cuerpos de seguridad, se van poco a poco llenando de sujetos cuya ambición es
mayor que sus principios éticos. Si no hay una sociedad civil emancipada de las
estructuras, controlándoles porque sí, porque el poder pertenece al pueblo (no
porque un juez vigile, lo haga la policía o los canales de televisión), las
vidas de todos no sólo son peores, sino que son más caras.
En ausencia de ciudadanos formados,
independientes y libres, la sanidad es un despilfarro de entrega indiscriminada
de recetas, las obras públicas una ruina e incluso el cine, el teatro y la
música son un desastre económico por falta de ideas (no por falta de medios).
Sin educación, no sólo no seremos líderes
en la vacuna frente al VIH, ni el próximo gurú del nuevo Facebook será español,
tendremos que echar el candado a las cuevas de Altamira o nos olvidaremos para
siempre de quién fue el célebre guerrero andalusí Ben Hafsun. También seremos
peores padres –y no digamos peores hijos-, amigos intolerantes, discutidores
cerriles, conductores violentos y mucho, mucho menos felices.
Ya está bien de preguntarnos cómo hemos
llegado hasta aquí, porque la respuesta es bastante clara. Todos dejamos pasar
de largo la situación, fuimos indolentes con quienes nos robaron y seguimos
riendo la picaresca. Desde la del vecino a la del ministro.
De acuerdo. Hemos de pensar en cómo salir
y cuándo saldremos. Exijámonos y exijamos responsabilidad.
Exijámonos trabajar más y hacerlo mejor.
Los jueces juzgar más y más rápido, los médicos, los dueños de comercio, los
funcionarios. Exijámonos hacerlo con alegría, fieles a nuestro carácter y
nuestra historia. Ayudemos al vecino a levantarse. Leamos más, conversemos más,
ocultemos menos.
Y entonces, exijamos Responsabilidad. Del
alcalde que robó, del vecino que estafó, del compañero de trabajo que llega
tarde a la oficina, se pasa una hora desayunando y siempre se marcha el
primero. De los líderes y liberados sindicales. Bastará con que no nos
olvidemos de los problemas cada dos semanas (¿quién se acuerda ya de Urdangarín?).
Que nuestro rencor nunca sea más largo
que nuestra memoria. Que no se nos olvide perdonar. También a los corruptos, a
los de otras comunidades autónomas, a aquel funcionario tan insoportable.
Seamos educados. O no iremos a ninguna parte
Seamos educados. O no iremos a ninguna parte
1 comentario:
Necesitaba leer algo así.
El chopo
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