jueves, 11 de marzo de 2010

Desayuno continental


América Central es como un juego de mesa. Uno muy particular.
Recuerda al Quién es Quién, de MB. Sentado en casa de la tía, sobre la mesa de camilla, pasabas las tardes con la prima Nuria, frente a frente. Escrutabas su mirada, en busca de un indicio que delatara alguno de los rasgos del personaje que ella, mentirosamente, ocultaba. Siempre en busca de la pregunta certera, la que permite descartar a todos los que no tienen bigote, que reduce la duda a la terna de señoras con sombrero. Esa pregunta que casi nunca se hace. A veces, una equivocación torpe te hacía descartar al personaje clave y la partida se transformaba en un angustioso laberinto. Tú, perdido. Tu secreto, cada vez más cerca de ser desvelado. Los personajes estaban para tí, pero no eran tus amigos, cualquiera podía llevarte a un equívoco fatal.
De igual manera, pegado al ordenador, haces preguntas por email a una larga lista de contactos. Quieres saber sobre América Central. Cuentan que una multinacional extranjera persigue a unos indígenas a quienes les ha robado su terreno, su agua y su medio de vida. Y les acosa por la vía judicial, aún sin ningún tipo de pruebas, porque gozan de la connivencia del gobierno. Al menos, eso cuentan. Porque, como en el dichoso juego de mesa, todo se oculta tras pistas falsas. No se les ve la cara, no se saben sus gestos, ni sus facciones se intuyen tras el bigote y las gafas. En medio de todo conflicto, las mujeres llevan la peor parte. Las denuncias las llevan a la cárcel. El "bote" es el destino fatal de la partida, que acaba en violación, en el mejor de los casos.
Sientes que será preciso ir hasta el país y hablar con las personas que tienen algo que decir. Ministros, jueces, fiscales o diputados. Al principio, todas las pestañas están levantadas. Hay que hacer las preguntas adecuadas del Quién es Quién. Todos son cargos respetables, pero te sientas a "la mesa de lo más cagado del país, es que están en otro plano de corrupción. En otra dimensión, Eso es". Quien te advierte de esto es uno de los contactos, una buena persona, de excelente familia. Ahora vive de regreso en su país, pero la conociste cuando vivía en el Barrio de Salamanca y probablemente hacía un costoso master en Madrid.
Quieres contarle más, confiar, pero antes de ello, otra persona te advierte que, en estos países, las familias acaudaladas se cuentan con los dedos de una mano y acumulan el poder empresarial o político, a veces los dos. "Leches, tiene razón". Has de ser cauto.
Decides preguntar en otro lado. La alternativa es una entrevista con periodistas de agencias internacionales, o quizá con la representación de la Unión Europea, incluso con tu embajada. Otra voz te alerta de que muchos de los periodistas de las grandes agencias son viejos conocidos en el mundillo, estómagos agradecidos a sueldo de las grandes corporaciones y bien vistos por el gobierno. Sobre todo, dicen, los independientes, ésos son los menos independientes. De nuevo, precaución.
La historia con la representación diplomática no es diferente. Se dan prisa en desmarcarse. No se fían de ti. Llevas la impresión de que te ven como su contrario en el Quién es Quién. Te miran fijamente, como en el mus justo tras el reparto de cartas. No puede comprometerse relación de dos países por un asunto particular, es algo que hemos visto mil veces. Y eso, en el caso de que la historia sea cierta. O sea, que ni esto es el mus, ni ellos tu pareja. Mejor no pasar señas.
América Central, que también recuerda a Hundir la Flota, siempre haciendo apuestas: "E-3, tocado". Si suena la flauta, quizá sea el portaaviones. El de ellos, o el tuyo, que también está expuesto. Vives allí donde necesitas la ayuda de los tuyos... para saber quiénes son los tuyos.
Cierras la maleta sin saber si meter el ordenador y los documentos, o un pijamita y unas galletas de la abuela para pasar la tarde, sentados al brasero, jugando Risk.
Al final del día llegas al "Hotel". En la puerta, recuerdas que ése era el juego al dedicabas largas horas con los amigos en las huelgas estudiantiles en el instituto. Sonríes en solitario y el botones se extraña.
Se trata de un Hotel americano, habitación con alojamiento y desayuno continental.
Por fin, sientes que el desayuno es lo único seguro. Nunca has sabido qué era el "desayuno continental", ni qué otros géneros de desayuno podrían existir. Pero hoy, paradojicamente, tu duda es tu única certeza. Que ahí estará el desayuno, continental, de siete a diez de la mañana.

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