jueves, 22 de octubre de 2009

Sábado por la tarde en el Retiro

Iba camino del Parque del Retiro a hacer un poco de ejercicio cuando me detuve en un paso de peatones. Para mi desgracia, detrás mía, un señor daba gritos con la inestimable ayuda de un megáfono que llevaba en una mano. En la otra mano, una decena de niños le seguían obedientemente.
Yo había escogido la tarde del sábado porque no suele haber nadie en el Parque del Retiro, que se queda medio desierto, después de una noche de viernes agitada, necesitaba algo de deporte para despejarme. porque. Algunas parejas que se besan en el césped, gente con chiquillos pequeños por los paseos centrales y ninguna señal de los pesadísimos domingueros que, paquete de pipas en mano, hacen intransitable el parque los días de fiesta.
El tío del megáfono, dando gritos y lanzando consignas, me fastidió considerablemente, pero eso no era nada comparado con lo que estaba por venir. De repente me vi engullido por miles - digo bien, miles- de familias con tres, cuatro, cinco hijos, muchos chavales de 15 ó 20 años (todos con una estética muy similar), muchas religiosas y numerosos ancianos.
Estaba participando, sin querer, en la manifestación contra el aborto que se celebró en la Puerta de Alcalá el pasado sábado. Fue tanta la impresión que me causó que ya no podía escribir sobre otra cosa, aún cuando en la semana por venir se iban a presentar los Presupuestos Generales del Estado en 2010.
Antes de la manifestación, me gustaría hablar del hecho que la motivó, la aprobación de una ley de de Salud Sexual y Reproductiva. Ley el proyecto hace tiempo y no estoy de acuerdo con su contenido. Para empezar, porque primero miente en su exposición de motivos, tergiversando acuerdos internacionales para que digan lo que no dicen y tratando el aborto como si fuera un ejercicio de higiene. Segundo, porque afirma que la ley debe secundar la evolución de la sociedad y que la sociedad española ha exige con fervor un cambio de legislación abortiva. Sobre estas dos hipótesis falaces construye su articulado, que está viciado desde su origen. Sólo por esto, creo que ese proyecto se debe retirar.
Que yo opine esto no significa que estuviera cómodo ni de acuerdo con la manifestación. Lo que os cuento, como dijo un soldado español en sus memorias sobre la batalla de Rocroi es "lo que vi y cómo lo vi. No digo que sea la verdad". Hubo dos hechos que me indignaron: el uso de los niños a quienes dicen defender estas familias y la apropiación de la bandera de España.
En toda la Calle de Alcalá había una mayoría considerable de niños pequeños. Todos con ropa de los domingos. Animosos y convencidos los más chiquitines gritaban proclamas contra el aborto -¡ese asesinato!- animados por sus padres. Me parece mal y triste. Y lo digo. Un adulto puede manifestarse por lo que quiera, pero meter ahí a un niño es otra cosa. ¿Qué tipo de respeto a la infancia, con el que tanto se les llena la boca, es ése? ¿Qué libertad de conciencia puede tener un niño a quien se mete en una manifestación de este tipo? ¿qué padres son los que moldean la mente de su hijo metiéndolo en un sitio así?
Y luego la bandera de España. Por todas partes. ¿Qué pinta una bandera de España en esta manifestación? ¿qué tiene que ver con la patria bien entendida con la interrupción del embarazo?
De allí sólo se oían proclamas para la prohibición del aborto, "hasta que no se practicara ni uno", gritaban. Obviaban que el Código Penal establece tres supuestos que nadie con dignidad puede chistar: la vida de la embarazada, su salud y la del feto y que el embarazo tuviera su origen en una violación.
Pero me daba la impresión de en esa manifestación no conocían el Código Penal, ni el texto de la ley nueva, no les importaba y, sin embargo, estaban allí gritando. Con sus niños pequeños y sus banderas de España. Uno en cada mano, en la puerta del Retiro, un sábado cualquiera.

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